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El cliente americano:
Bajo la denominación general de "juegos de huso", se venden una gran variedad de ruletas y punteros giratorios. En todos los casos el juego consiste en apostar contra la banca a que una bola caiga en un determinado compartimento o a que un puntero se detenga frente a un número marcado sobre un tablero. Son incontables los accesorios y aparatos a los que se recurre para controlar o eliminar por completo las probabilidades en contra. En el oeste, se usan cosas de este tipo comúnmente para hacer trampas en las carreras y ferias de caballos. Ya hemos visto previamente como cualquier cosa parecida a una ruleta puede sofisticarse con el objetivo de dar a la banca toda la ventaja o asegurar cierta perdida por parte de los jugadores. Basándonos en esto, podemos juzgar como posible algo similar en el caso de los punteros. De hecho, las posibilidades en este sentido son infinitas, habiéndose inventado todo tipo de frenos y dispositivos que hacen que el puntero se detenga en un punto determinado. A modo de ejemplo estudiaremos un método poco conocido y que con toda probabilidad es el más ingenioso jamás inventado.
Hace algunos años, un estadounidense se acercó al jefe de una conocida firma de electricistas e ingenieros en Manchester, con el objetivo de que se le fabricara un aparato del que presentó parte de los planos. Estando de acuerdo, la firma comenzó su fabricación, ignorando que tipo de aparato podría ser o para que podría utilizarse. Nunca antes habían tenido una experiencia de este tipo, siendo todo un misterio para ellos. Todo lo que pudieron inferir a partir de las declaraciones de su cliente es que se trataba de algún tipo de experimento de la mayor importancia. Los gastos no representaban problema alguno, de lo único que debían preocuparse es de que el aparato estuviera bien y precisamente construido de acuerdo a los planos que se le habían entregado.
El artilugio consistía en una especie de mesa circular que en lugar de estar hecha en una única y sólida capa de madera, estaba formada por tres delgadas capas. Las capas superior e inferior eran simplemente discos planos, mientras que la sección central tenía la forma de un anillo. Al unir estas tres capas, se formaba una especie de caja de poca profundidad a cuyo interior se podía acceder con quitar la parte superior o inferior del conjunto. Esta cavidad circular contenía un disco de tamaño tal que era capaz de girar libremente en su interior sin hacer el menor ruido. Desde el centro de ese disco, radialmente y a distancias equidistantes se ahuecaron aproximadamente entre seis y ocho cavidades lo suficientemente grandes como para contener una barra magnética cada una de ellas. Se fijaron los imanes en sus respectivas cavidades, se colocó el disco que los soportaba en el interior de la cavidad preparada a tal fin y se pegó firmemente el maderaje exterior. La apariencia externa era simplemente la de una mesa hecha de tres capas, con las vetas de la capa media transversales a las de las otras dos capas, un montaje habitual en armarios para prevenir deformidades. En el lado inferior de la mesa se cortó una pequeña ranura concéntrica al borde exterior, esto daba acceso al disco móvil interior en el que se fijó un pequeño esparrago que sobresalía ligeramente de la superficie inferior, por medio de este esparrago se podía girar ligeramente el disco interior hacia la derecha o izquierda.
Habiendo sido construido este incomprensible instrumento científico a satisfacción del caballero americano, fue retirado por él. No esperando la firma oír nada más al respecto, sin embargo, se equivocaban. Pocos días después, su cliente volvió a llamarles y aportando otros planos les pidió que construyeran un segundo dispositivo de acuerdo a sus instrucciones. Los planos presentados a estudio por la firma representaban esta vez un pesado puntero de hierro de tal modo construido que giraba sobre un pivote por su parte central. Por extraño que parezca la longitud de este puntero era casi idéntica al diámetro del disco interno de la mesa anteriormente fabricada. La dirección de la empresa empezó a sospechar, ya que este puntero le dio pistas a lo que previamente era inexplicable. Habiendo llegado a sus propias conclusiones acusaron al americano de haberlos engañado para construir un aparato destinado a hacer trampas. Sin inmutarse el hombre admitió la velada acusación, y como si fuera algo normal y ordinario comenzó con toda tranquilidad a detallar las características de su sistema.
Esta aparentemente inocente forma de diversión estaba destinada a llevarse al oeste y puesta en funcionamiento, principalmente en las ferias de caballos (1). La mesa hecha por la empresa estaba destinada a ser cubierta con un tapete verde, en el centro del cual estaba dibujado un círculo cuya circunferencia estaba dividida en espacios alternativamente coloreados en negro o rojo. El número de estas divisiones duplicaba al número de imanes colocados en el interior de la mesa. Moviendo el esparrago sobresaliente de la parte inferior de la mesa, los imanes se colocaban debajo de cualquiera de los dos colores. Obviamente al girar el puntero, éste finalmente se detendría sobre los imanes, decidiendo de este modo a voluntad del operador sobre cual de los colores se pararía. Su plan de trabajo consistía simplemente en determinar cual de los dos colores tenía más dinero apostado sobre él y colocar los imanes de manera que el puntero se detuviera sobre el color contrario. El individuo ya había ganado miles de dólares usando un aparato de este tipo, y sólo necesitaba perfeccionarlo para volver y ganar varios miles de dólares más. Generalmente se considera que los estadounidenses son personas inteligentes, pero, ¿lo son en realidad? En algunos aspectos tal vez sí.
Habiéndole sido explicado al director de la empresa de Manchester todo esto, su lógica respuesta fue: ¿pero supongamos que cualquiera de entre los espectadores sacara una brújula? Parece que incluso en este caso el estafador no lo tenía todo perdido, colocando tranquilamente sus manos en las faldillas de su chaqueta extrajo un pequeño y elegante "Derringer" (2) de un pie de longitud aproximadamente y dijo: "Supongo que esa brújula jamás estará alrededor de mi mesa, pueden ustedes apostar por ello". Era de ese tipo de hombres.
Notas:
1 Era normal que en lugares de mucha concentración de personas como hipódromos o ferias de caballos se montaran partidas ilegales de juego. Muchos de ellos consistían en aparatos giratorios tipo ruleta o puntero.
2 Las Derringer solían ser pequeñas pistolas monotiro de avancarga, originalmente fabricadas por Henry Deringer, de cuyo apellido derivó la palabra Derringer como genérico para referirse a cualquier tipo de pistola de bolsillo. Era frecuente que las usaran las mujeres ya que podía ser ocultadas en medias, manguitos etc. Se hicieron famosas en el mundo del juego porque solían llevarlas los tahúres, ocultas en sus chalecos, mangas o sombreros como segunda arma de reserva y para situaciones desesperadas. Para ampliar información: https://es.wikipedia.org/wiki/Derringer