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CAPÍTULO XII, LA RULETA Y OTROS JUEGOS RELACIONADOS
La Ruleta y las diversas modificaciones que de vez en cuando se han hecho del juego han ejercido todas en mayor o menor medida fascinación sobre el jugador. La ruleta todavía mantiene un destacado lugar entre los numerosos métodos de disipar la riqueza a los que los jugadores son adictos, esto puede ser totalmente avalado por aquellos que han visitado las mesas de juego de lugares como Montecarlo. A pesar de los esfuerzos de la civilización, "el hombre que arruinó la banca" o se dice que lo hizo, todavía ocupa un lugar destacado entre nosotros, pero desgraciadamente "la banca que arruinó al hombre" es algo mucho más común y evidente.
Los métodos de juego adoptados por los mayores establecimientos del mundo son incuestionablemente tan honrados como la naturaleza de las cosas se lo permitan. Nadie puede gestionar un establecimiento sea del tipo que sea sin beneficio, los beneficios de estas casas de apuestas resultan de la universalmente autorizada y aparentemente pequeña ventaja a favor de la banca. No puede decirse que sea culpa de los banqueros en sí mismos el hecho de que la aparentemente pequeña ventaja contra el jugador no sea como un todo generalmente aceptada como realmente grande. Construyen edificios palaciegos, diseñan lujosos jardines, pagan desorbitados sueldos a su plantilla de trabajadores y todavía obtienen beneficios suficientes que le reportan ganancias principescas. La totalidad de los gastos sufragados a costa de los jugadores y por medio de esa insignificante ventaja a favor de la banca. Resulta extraño que los jugadores no se aperciban de ello y parezcan no darse cuenta que son ellos mismos quienes pagan estas cosas; Y si lo comprenden juegan con la salvaje esperanza de estar entre los pocos afortunados que comparten el botín. En conjunto, se estima que las ganancias de estos lugares ascienden al cinco por ciento, o más de cada libra apostada en las mesas. Es decir que cada jugador que coloca una libra sobre el tapete verde está en realidad colocando definitiva e inequívocamente un chelín en el bolsillo de los propietarios, quienes a la larga no asumen riesgo alguno. No tienen más que proporcionar los accesorios y los jugadores harán el resto, simplemente asumiendo todos los riesgos y entregando su dinero a la banca. Ningún jugador puede ganar a expensas de la banca, si uno pudiera ganar su fortuna con el juego, sólo podría hacerlo mediante la ruina de otros jugadores. Esta es la simple verdad del asunto y no puede ser superada.
Sin embargo, no tenemos que tratar con las así llamadas honestas preocupaciones del juego, si no con las secretas guaridas que pueden encontrarse en diversas partes del mundo y particularmente en los dos continentes de América. En éstas, las mesas de ruleta son con frecuencia un objeto familiar y muy a menudo no son tan honestas como aparentan ser. Aquellos que no estén familiarizados con el asunto deben saber que se trata de una mesa alargada con una cavidad circular en uno de sus extremos en la que gira una ruleta. La ruleta, cuyo significado literal es el de "rueda pequeña" es simplemente un disco giratorio rodeado de una serie de cavidades en las que se permite que ruede una bola. Estas cavidades están numeradas, aquellos que han apostado sobre el número de una cavidad en particular en la que la bola ha caído, se les devuelve sus apuestas junto con una cantidad equivalente al dinero que han apostado multiplicado por el número de casillas que quedan vacantes en la ruleta menos un pequeño porcentaje que la banca se reserva a su favor. Este es el principio general del juego, aunque en realidad se juega con otras muchas combinaciones de probabilidad en las que no es necesario profundizar aquí.