Página anterior | Índice | Página siguiente |
CAPÍTULO II, ESTAFADORES COMUNES Y SUS TRUCOS
En nuestro camino de vuelta a casa en tren, tal vez encontremos un grupo jugando al "Nap", (1), puede tratarse de un juego amistoso o no, en cuyo caso observaremos que uno de los jugadores pierde gran cantidad de dinero. "Se trata tan sólo de jugar un penique al Nap" le han dicho, si, pero uno puede perder una gran cantidad incluso en pequeñas cantidades. Especialmente si el resto de jugadores conocen la mejor y más rápida forma de ganar.
La forma más común de hacer trampas en este juego consiste en dar una buena mano al incauto y otra mejor a cualquier otro de los jugadores. Los detalles para llevar a cabo esta maniobra se detallarán en el capítulo de Manipulación, pero por ahora baste decir que es suficiente con que el primo tenga siempre una buena mano, para lo cuál se manipulan los naipes. Así dicho parece que todo es favorable por el momento l incauto, por lo que muy frecuentemente va a Nap, pero sucede que siempre hay otro jugador que tiene una mano ligeramente mejor que la suya. El primo puede incluso tener el As, el Rey, la reina y la Jota de un mismo palo y un As de cualquier otro palo. Las leyes de la probabilidad le dicen que debe ir a Nap y ganar, así que hace sus apuestas sintiéndose ganador, pero cuándo se juegan las cartas, uno de sus oponentes tiene una mano consistente en cinco pequeños triunfos de un mismo palo, que lógicamente ganan la mano a sus cuatro triunfos grandes.
Se cuenta un incidente de este tipo, en el que un incauto en un juego mano a mano, sospechó debido a la avidez con que los que lo rodeaban apostaron a que no completaría su Nap, en lugar de tirar su palo de triunfos hizo lo contrario, tirando su As no ligado como triunfo, con lo que ganó. En un juego de apenas dos jugadores, esto puede evitarse por uno de los que tengan dos cartas del mismo palo que el As. Como moraleja, no jugar con extraños, nunca es seguro, particularmente en un tren.
Lo anteriormente expuesto es más que suficiente para dar al lector una idea general sobre el tahúr común y sus métodos, nada más necesita decirse al respecto de esta rama elemental de nuestra investigación. Será suficiente con remarcar que el tahúr dedica todas sus energías a perfeccionarse en un juego en particular. Habiendo encontrado a su víctima fingirá un juego indiferente y animará al primo a ganarle. No importa lo habilidoso que pueda ser, el tahúr nunca permite que quede evidencia alguna del hecho. No es común encontrarse a tahúres entreteniendo a sus conocidos por casualidad con trucos de cartas, no al menos con su conocimiento. Por usar el lenguaje que probablemente usaría el tahúr tal proceder sería como auto otorgarse un premio. El principal lema del tahúr es: "el arte es ocultar el arte", su éxito en la vida depende en gran medida del estricto cumplimiento de esta máxima.
No obstante, la habilidad puede no ser el único requisito para el éxito de un tahúr, debe poseer una autoconfianza ilimitada si desea que sus artimañas tengan alguna utilidad. Además, debe poseer tacto, don de gentes y empatía ya que de esas cualidades depende el tipo de sociedad en el que se le permite llevar a cabo sus estratagemas. Teniendo estos atributos no existe circulo por alto o selecto que sea, en el que el tahúr no pueda penetrar fácilmente. El público general tiene a veces la oportunidad de atisbar entre bastidores, pero los casos de engaño que salen a la luz son comparativamente pequeños con aquellos que se toleran o silencian siendo el número de estos nada comparables con la infinidad de casos que nunca se descubren.
Todos estos asuntos aparentemente insignificantes tratados hasta ahora son por lo general conocidos por mucha gente, sin embargo, como se dijo anteriormente el público en general poco sabe de ellos, de lo contrario no existiría el gran número de personas que se ganan la vida por tales medios. Únicamente por ésta razón han sido referidos en esta obra, junto a otros mucho más ingeniosos que han llamado nuestra atención y a los que pasamos ahora.
Notas: (1), El Nap es un juego de procedencia inglesa, se trata de un juego sencillo en el que cada jugador recibe cinco cartas. El jugador que reciba mayor cantidad de cartas del mismo palo selecciona el triunfo. Apareció por primera vez en el siglo XIX, se llama Nap como abreviatura de Napoleón que es el verdadero nombre del juego. En la actualidad se sigue jugando en algunas zonas del sur de Inglaterra. Es normal jugarlo con pequeñas apuestas.