Con el objeto de evitar peleas y discusiones inherentes al juego de azar, que pudieran desembocar en tragedia, el mismo estaba prohibido a bordo de los barcos piratas. Así se recoge en el código de conducta pirata o "Charte Partie", que era un acta firmada entre piratas fijando las normas de conducta obligadas a bordo, así como el castigo correspondiente en caso de incumplimiento de las mismas. Pocas de estas actas han sobrevivido, ya que cuándo eran apresado las destruían para evitar que las mismas fuesen tenidas como prueba de su pertenencia a la piratería. Entre las más famosas se cuentan por ejemplo la firmada por la tripulación de la flota del pirata Henry Morgan, previamente a su ataque a la ciudad de
Panamá, o la de la tripulación de Bartholomew Roberts, entre cuyas once disposiciones, recoge expresamente en la tercera, la prohibición de jugar a cartas o dados a bordo. A pesar de estas prohibiciones, los piratas eran amantes del juego de azar que practicaban una vez en tierra de forma violenta y exagerada como lo hacían todo, ya que las largas temporadas en el mar con privación de cualquier entretenimiento, les llevaba a divertirse de forma pasional. Las grandes sumas de dinero obtenido tras sus actos de piratería les llevaba a gastar grandes cantidades de forma desenfrenada. Por norma general, las apuestas eran cuantiosas, siendo sus juegos preferidos los practicados con dados y naipes. Entre las piezas curiosas conservadas en el Museo Británico existe una baraja conseguida en Filipinas en el año 1840 por el Almirante y explorador de la Marina Real Inglesa Edward Belcher, (1799-1877). Según este oficial, la confiscó de un barco pirata con el que luchó y venció. Belcher, un individuo fascinante se unió a la Royal Navy en 1812 cuando tenía doce años. Tuvo bastante éxito y recorrió el mundo a bordo de un barco, explorando lugares tan distintos como el Ártico canadiense o el gran mar del sur. Fue especialmente activo en las costas de China, Japón y Filipinas, donde celosamente, (algunos historiadores confirman un exceso de celo), trató de acabar con la piratería que se había convertido en un problema creciente, debido al gran auge del comercio entre China y Europa.
A pesar de que la mayoría de países occidentales prohibía el juego de azar en el mar, los naipes y los dados, eran los juegos preferidos de muchos marineros, ya que eran fáciles de transportar y sencillo de aprender juegos de azar con ellos. Según las crónicas muchos nombres famosos de la piratería como Bartholomew Roberts, Barbanegra o Cheng I Sao, fueron jugadores empedernidos.
Belcher no aclaró porque motivo confiscó la baraja a los piratas ni lo que en realidad hizo con ella, tal vez fuera él mismo jugador.