Es imposible decir en que momento llegaron los naipes a la Península Ibérica. Encontramos las primeras referencias escritas hacia 1371. Algunos historiadores indican que hacia 1150 existió un taller árabe de naipes asociado al primer molino de papel del que se tiene constancia en Europa en Játiva, (Valencia). Posiblemente, estos primeros naipes no fueran cartas de juego, si no que fueran empleadas como medio profético. Además, para ilustrar a la gente los árabes usaban estampas impresas a las que denominaban "naibi". La palabra naipe podría haber derivado de la palabra árabe "naib", que significa profecía, (la primera referencia a esta palabra se hace hacia 1371 en el diccionario de la rima de Jaume March), o bien de la palabra Nápoles, lugar desde el que se cree que se introdujeron los naipes en España.
Linguisticamente el término naipe marca en España una diferencia con el resto de los países europeos, en los que deben emplear una perífrasis para hacer referencia a los mismos: "cartas para jugar".
Debido a la escasez de papel y a las dificultades de impresión propias de la época, fueron considerados objetos muy valiosos, hasta el punto de incluirlos en testamentos. En el inventario perteneciente al mercader Nicolas Sarmona, conservado en el Archivo Histórico de Protocolos de la cuidad de Barcelona y fechado el 6 de octubre de 1380, puede leerse: "unum ludum de nayb qui sunt quadrazinte quatuor pecie" (un juego de naipes de cuarenta y cuatro piezas).