Este es uno de esos juegos que estuvo de moda en España allá por los años ochenta, cuando la preocupación por el dinero, era desde luego menor que en la actualidad, pues todavía el sueldo daba para vivir. Se trata de un juego rápido y violentísimo en que se cruzan grandes apuestas a pesar de que aparentemente no parece peligroso.
Se juega con dos dados con las figuras del Póker en sus caras, y dos cubiletes, su mecanismo es sencillo, de ahí que muchas personas se inclinaran por el mismo, pues su sencillez le hace apto para todo el mundo, aunque lo que se requiere para jugar solo es prudencia y cautela, de lo contrario la ruina está asegurada, la ambición es el mayor escollo a sortear por parte del jugador.
El valor de los dados será:
Si se trata de un juego de dados de los de póker, el nueve es la jugada más baja.
Los demás valores seguirán su orden excepto el As que es la jugada más alta. es decir, de menor a mayor sería: 9 - 10 - J - Q - K - A
Reglas:
El turno de juego va de derecha a izquierda, el primer jugador está determinado por aquel que obtenga la mayor puntuación al lanzar uno de los dados.
Importante: Antes de empezar a jugar, cada uno de los jugadores habrá puesto en un pozo común la cantidad mínima estipulada, digamos que cada uno de los jugadores pone 1,50 euros. Es imprescindible comprobar que todos cumplan con esta regla, además por el tipo de juego tan violento, está prohibido realizar apuestas de palabra, antes de igualar una apuesta resulta imprescindible que el jugador coloque junto al pozo una cantidad igual. No se puede levantar el cubilete si no se ha colocado antes la cantidad apostada sobre la mesa.
El jugador anterior al que va a jugar en primer lugar agita uno de los cubiletes y lanza un dado, este cubilete ha de quedar boca abajo sin que se sepa la puntuación obtenida.
A continuación, el primer jugador lanza con otro cubilete el otro de los dos dados sobre la mesa, viéndose la puntuación. Pueden darse las siguientes Situaciones:
El jugador puede jugar o pasar, si juega dirá en voz alta y pondrá sobre la mesa el importe que va a jugarse, pudiendo ser este la totalidad del bote o una cantidad inferior al mismo. Si decide no jugar, es decir pasar, meterá en el bote 0,50 céntimos. No podrá jugar por este importe, si no que habrá de ser al menos el triple de esta cantidad. Esta penalización al pasar, es la esencia del juego y debe respetarse, se coloca para impedir que algunos de los jugadores no vayan a juego solo cuando disponen de una buena puntuación, de este modo se verán obligados a jugar o por el contrario a arruinar si son demasiado conservadores.
Si la puntuación que ha sacado el jugador es más alta que la del dado en el interior del cubilete, gana la jugada. es decir, aquella cantidad que ha apostado del total del bote.
Si la puntuación que ha sacado el jugador es igual o inferior a la que tiene el dado en el cubilete boca abajo, pierde la jugada, en cuyo caso la cantidad apostada pasa a engrosar el bote.
A continuación, el jugador que acaba de jugar es el encargado de lanzar el dado con el cubilete que va a quedar boca abajo.
El dado para lanzar cara arriba al centro de la mesa pasa al siguiente jugador y se repite el proceso.
Está totalmente prohibido que un jugador juegue o apueste en la jugada de otro, es decir, que participe con una parte de la apuesta si se diera el caso que el jugador no tuviera por ejemplo dinero suficiente, es importantísimo conservar esta regla, el turno es de vital importancia, y cada cual hará juego cuando le corresponda, de lo contrario se estará quitando oportunidades a otros jugadores, tal vez al mismo que ha engordado el bote por una pérdida anterior. A tener en cuenta que el dinero que se encuentra en el bote pertenece al juego en sí mismo, ningún jugador tiene más derecho sobre él que otro, por mucha que sea la cantidad aportada al mismo. La suerte determinará quién y cuándo gana o pierde.
Como se comprenderá fácilmente se trata de un juego muy arriesgado, emocionante, rápido y altamente adictivo, dependiente en su totalidad del azar, de vez en cuando el bote alcanza proporciones desorbitadas, ya que, en el momento menos esperado, cuando el jugador lleva un As o un Rey encontramos muy a menudo la misma puntuación en el interior del cubilete. Es un juego en el que deben respetarse escrupulosamente las reglas, no se está obligado a jugar, de modo que antes de hacerlo, constatar si se tiene el dinero suficiente, o si tenemos el necesario autocontrol para gestionar el que llevamos encima. No debe pedirse ni prestar dinero para jugar a este peligroso juego, pues se trata de un juego muy cambiante, la cantidad que se presta puede llevarte a la ruina minutos después por pequeña que esta sea. Todos sin excepción, han de ser conscientes de estas normas cumpliéndolas escrupulosamente.
Se da la circunstancia que cuando alguien pierde una cantidad importante de dinero, la considera suya mientras está en el bote, esto lleva a los jugadores a arriesgar más de la cuenta cuando les toca jugar, pues temen sacar una puntuación baja ,y que, al correr el turno, otro les arrebate el dinero. Se trata de un error a tener en cuenta, ya que acarrea cierta desesperación y la toma de decisiones erróneas. Una vez depositado el dinero en el bote, lo correcto es considerarlo perdido.
Es necesario medir el riesgo, gestionar bien la cantidad de dinero que tengamos, y tener en cuenta siempre las probabilidades de ganar o perder aplicándolas también al montante del bote y las circunstancias del momento, si en ese momento se va ganando puede arriesgarse un poco más si el bote así lo justifica.